En Memoria de Claudio Rauch
(18 de marzo de 1944 al 7 de mayo de 2018)
Desde la más temprana juventud Claudio acogió en su corazón a la Antroposofía. Gracias al camino interior que desarrolló en ella y a los frutos que en gracia recibió, Chile se transformó en un lugar donde se desarrolló una intensa actividad antroposófica, llegando personas de distintos países a formarse junto a él. Médicos, profesores, euritmistas, agricultores, terapeutas, artistas y tantos otros conocieron una viva Antroposofía. Pudo entregarla teniendo en consideración las cualidades que las almas latinas tenemos y de lo que necesitamos para desarrollarnos, muy distinta a la de los países del Alma Consciente, donde la Antroposofía surgió y se desarrolló gracias a Rudolf Steiner. Pero también sus impulsos consideraban profunda y seriamente el futuro de la humanidad de la sexta época cultural y las condiciones que en el presente han de desarrollarse.
La Antroposofía era el centro de su alma, y existía un creciente amor por cada ámbito del ser humano. Cada suceso del presente de la humanidad también era de su profundo interés y se hacían parte de los seminarios diarios que dictaba. La Antroposofía no era para él algo anexo del transcurrir de la vida, sino parte integrante de ella que le daba sentido.
“La humanidad no tiene futuro sin la Antroposofía” decía repitiendo a Steiner con profunda convicción. Era totalmente consciente que sólo la vida espiritual del ser humano puede darle sentido a la propia existencia individual y de la humanidad, como también sin ella su decadencia es inevitable. Como antropósofo tenía plena conciencia que Cristo Jesús es el Ser espiritual central de la evolución de la humanidad, y al arcángel Mikael, su servidor, aquel que ofrece como preciado bien a la humanidad la Antroposofía, conciencia que se vertía en sus conferencias y seminarios.
Tantas fueron las personas que ayudó desinteresada e incondicionalmente que pueden dar testimonio de su enorme ayuda. Y a las personas que no lo comprendieron o le dieron la espalda, supo perdonarlas con sinceridad, y nunca fue importante para él defenderse. Lo fundamental en su vida fue compartir con cada vez más personas la Antroposofía.
No nos cabe duda para quienes en verdad lo conocimos que fue un hombre de buena voluntad, tal como sus frutos lo demuestran.
Sus amigos y amigas
En Memoria de Blanca Ortúzar
(18 de enero 1951 - 10 de julio 2010)
La Doctora Blanca murió el sábado 10 de julio de 2010, después de haber cumplido con sus obligaciones médicas, caminando desde la consulta, en la que trabajó 22 años, hacia su casa. Cayó en la calle, pero no desprotegida, pues en ese instante pasaban providencialmente dos de sus antiguas pacientes que la ayudaron. Tenía 59 años.
Durante su vida se consagró como médico, al despliegue de la actividad Antroposófica en Chile. Fue colaboradora en el Colegio Terapéutico Miguel Arcángel, médico escolar del Colegio Giordano Bruno, secretaria de la Rama Santiago de la Sociedad Antroposófica, presidenta de la Corporación Rudolf Steiner, fundadora del Centro Médico Antroposófico y más tarde, miembro fundador de la Corporación Educativa y Terapéutica Kaspar Hauser, que ampara los impulsos de la Comunidad Terapéutica de Cuyuncaví, la Farmacia Triodo y el Seminario de Formación Antroposófica.
La doctora Blanca estudió medicina en la Universidad de Chile y se formó como médico antropósofo con el señor Claudio Rauch; toda su actividad estuvo siempre inspirada por el íntimo vínculo que los unía, y cultivó con fidelidad el camino que la acercaba espiritualmente a él. Imbuida de los ideales que ambos compartían, se convirtió en la pionera de la Medicina Antroposófica en Chile, enfrentando con coraje el escepticismo y convencionalismo de nuestra época.
En lo personal rehuyó humildemente el reconocimiento público, aunque contaba con el gran aprecio y respeto de quienes la conocían. Muchas veces comentó que no tenía grandes dotes intelectuales, pero era notable presenciar que allí donde trabajaba lograba crear una atmósfera de cooperación y fraternidad, desarrollando pensamientos singularmente claros y profundos, los mismos que como médico le permitieron alcanzar diagnósticos y tratamientos abarcantes y precisos. Blanca pensaba lúcidamente con el calor del corazón.
Su altruismo la llevó a convertirse en un alivio material para muchos. Con su buena voluntad ayudaba de diversas maneras a los necesitados, con medicamentos, con dinero, apadrinándolos y con atenciones médicas gratuitas. También hacía donaciones a diversas instituciones. No lucró con su trabajo, y en verdad nunca buscó rodearse de bienes.
Que su partida sea un impulso para continuar su labor, seguir su ejemplo y llevarla por siempre en nuestros corazones.
Sus colaboradores, compañeros y colegas